Educa a tu perro a no pedir comida

27/12/2018

Comprende la naturaleza de tu perro.

Se dice que para solucionar cualquier problema, antes hay que comprender a tu perro. Piensa que los perros provienen de una especie cazadora y, por tanto, llevan en sus genes el deseo instintivo de proveerse de alimentos. Por eso, verás a tu perro mover la cabeza, inquieto y atento a la comida que te llevas a la boca.

Quizás tengas a tu mascota malacostumbrada, porque, claro, da penita, mientras comes, ver su cara triste, sus ojos como platos y sus gimoteos enternecedores… pero, por suerte, siempre estás a tiempo de revertir sus hábitos.

 

Con un comportamiento adecuado, cuando tengas visitas de amigos, ya no te sentirás incómodo.  A algunas personas les parecerá misión imposible, pero podemos asegurar que el objetivo de enseñar a tu can a no pedir comida de la mesa se alcanza con educación, ten paciencia.

 

Mejor prevenir que curar

“Lo principal, a la hora de enseñar a un perro a no pedir comida, es no dársela nunca. De esta manera, nunca generará la expectativa de recibirla, y por tanto, no la pedirá”.

Suena muy bien y parece fácil de aplicar, pero en la práctica sabemos que no es así. ¿Pero, por qué fallamos, si es tan sencillo?

 

Te lo resumimos brevemente:

  • Por falta de coordinación entre los miembros de la familia; unos no le dan comida, pero otros sí.
  • Por falta de advertencia a las visitas para que no les den comida.
  • Por aquello de que “un día es un día y no pasa nada”.

 

Si queremos que nuestros perros entiendan que no deben pedir ni tomar ningún alimento de la mesa, debemos tener claritos estos fundamentos:

  • Jamás les daremos comida de nuestra mesa, bajo ningún pretexto y aunque nos duela.
  • Velaremos para que nadie se salte la norma, sea familiar, amigo o vecino.

Si seguimos estos consejos y un día nos pilla con la guardia baja y somos permisivos, se nos desmontará el plan A preventivo y tendremos que recurrir a un plan B reeducativo.

 

Consejos para evitar que tu perro pida comida

1. Ignorar sus peticiones

Cuando tu perro ladre y corretee alrededor de la mesa, en busca de comida, procura colocar los platos fuera de su alcance e intenta ignorarlo. Mantente firme y resta importancia a sus demandas. Si te nota débil y siente que puede “negociar”, insistirá hasta que le des algún manjar suculento de los que tiene a su vista.

 

2. Orden y rutina

Intenta que tu perro siga una rutina en su alimentación. Si hace dos comidas al día, dale de comer primero a él para que no tenga hambre cuando vea vuestra mesa puesta. Otra opción es comer al mismo tiempo, el peludo en sus cuencos y la familia a la mesa

 

3. Órdenes, obediencia y premios

Si estás comiendo y llega el pedigüeño de cuatro patas, dile ¡NO! y dale la orden de sentarse. ¡NO! es no, y esto debe entenderlo muy bien tu peludo. Al acabar tu comida, si te ha obedecido y se ha quedado tranquilo, puedes darle un snack, como recompensa por su buen comportamiento.

Cuando lleve un tiempo con esta rutina, tu perro dejará de olisquear la comida de la mesa, y esperará pacientemente a que le des la golosina; cuando se acostumbre a estar tranquilo ya no necesitarás premiarlo, lo encontrará una cosa normal.

 

Otra opción es acostumbrarlo a que permanezca en su zona de descanso hasta que acabéis de comer. Las órdenes para conseguirlo deben ser firmes y guiadas con alguna golosina. Al finalizar, nos acercaremos al lugar donde está, tranquilo, y le ofreceremos un trozo de comida que le habremos reservado.

Sólo le ofreceremos restos de comida, adecuados para su dieta; para ir sobre seguro, lo mejor es que consultes al veterinario, qué alimentos puede tomar y cuáles no. Recuerda que existen productos que son buenos para los humanos pero perjudiciales para los canes.

 

La educación es lo que tiene, requiere atención y un cierto esfuerzo pero finalmente se encuentra la recompensa.

Quizás al principio tu perro no entenderá por qué no puede compartir la mesa contigo pero, poco a poco, acabará aceptándolo y dejará atrás la ansiedad que sentía cada vez percibía el aroma de los manjares humanos.